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Islandia, esquí en la tierra del hielo y el fuego

Hablar de Islandia es hablar de una pequeña isla en medio del océano atlántico, a tocar de Groenlandia y del Círculo Polar. También es hablar e la extensión de terreno deshabitado más grande de Europa, del tercer glaciar mas grande del mundo y de una de las zonas con mas actividad volcánica del planeta. Para mi, esta vez, Islandia ha sido la realización de un proyecto soñado largamente, una semana de esquí de travesía en la Peninsula Troll, al norte de la isla.

La primera vez que llegué a la isla fue por una de esas «casualidades» de la vida. Desde el primer momento me cautivó su luz, la immensidad, la belleza del paisaje, el poder de la naturaleza y a calidez de su gente. Después de muchos años descubriendo y explorando la isla en verano, tocaba dar el paso y disfrutar todo lo que ofrece cuando queda cubierta por el manto blanco.

El primer paso, transformar el sueño en un programa atractivo y encontrar un gruo de esquiadores con ganas de aventura. Una vez juntado un equipo dispuesto y con la logística a punto, ya no hay vuelta atrás!

Nada mas salir de casa quedó claro que este iba a ser un viaje para recordar. Hicimos todo el camino de Vielha al aeropuerto de Barcelona bajo una intensa nevada, buscando carreteras secundarias que nos permitieran sortear camiones cruzados, carreteras cortadas, quitanieves en la cuneta y árboles caídos. 6 horas después de haber salido llegamos justo antes que nos cerrasen las puertas del avión!

Nos pegamos una siesta bien merecido en el avión y aterrizamos de buena mañana en la isla del hielo y el fuego. Después de solucionar con mucha imaginación los problemas con la furgoneta de alquiler y el porta esquís nos dirigimos a nuestro destino, Tröllaskagi, la península al norte de la isla que sería nuestro campo base. Por el camino, paisajes inmensos, fríos y nevados.

Ya instalados en una casa espectacular, con los mapas encima de la mesa y consultando todas las previsiones, todos tenemos ganas de ponernos los esquís y pisar todas las líneas que nos rodean.

Por la mañana nos despertamos nevando. ¡ Esto promete ! Decidimos darle la vuelta a la península, echarle un ojo a todas las opciones, a las condiciones de la nieve y escoger una cima para empezar nuestra aventura. El paisaje es puramente ártico, montañas de 1000 a 1500m con pendientes directas al mar, la carretera solitaria buscando su paso arriesgadamente a ras de la costa, túneles donde no pasan 2 coches, 3 pueblos de pescadores que vivían aislados hasta hace 4 días y infinidad de fjordos.

Una visita obligada al Lodge donde trabajan mis compañeros guías de verano nos facilita las cosas. Con el parte actualizado de condiciones de nieve, algunas recomendaciones y contagiados de la alegría  de los islandeses, toca empezar a esquiar!

Aparcamos en la cuneta de la carretera a tocar del mar y remontamos el valle que nos llevará a la cima, 1000m por encima de nuestra cabezas. Este invierno ha sido escaso de nieve y nos toca seprentear por lenguas nevadas hasta que , 100m mas arriba, entramos en un perfecto valle glaciar, excavado entre paredes muy tiesas y de una belleza cautivadora. Cuando la nevada afloja nos deja disfrutar de las vistas sobre el fjordo y cuando aprieta nos recuerda que estamos a tiro de piedra del Círculo Polar. En la cima nos toca quitar las pieles sin dormirse y empezar a esquiar. Una pala larga y mantenida, enlazando un giro detrás de otro en medio de un paisaje sorprendente son la mejor recompensa y la promesa de una semana épica.

Volvemos a casa a celebrarlo con un buen baño en el hot pot exterior, unas birras y los ánimos por la nubes. ¡Esto es vida! A medianoche recibimos una visita sorprendente. El cielo se llena de cortinas de colores, serpientes bailarinas de un verde fluorescente iluminan el cielo y nos dejan con la boca abierta. Un espectáculo de luz y color en un escenario privilegiado, sin luces ni ruidos y con la alegría de estar viviendo una gran experiencia con la mejor compañía.

A partir de aquí, cada día será una nueva aventura. Mirar la previsión meteo, seleccionar el objectivo, foquear hacia una cima desconocida, escoger la línea, esquiar hasta casi el mar…. y todo lo que no se ve. Malabarismos con las condiciones, el terreno y el grupo para planificar el día; harmonizar los distintos niveles, compartir los conocimientos, anticipar y gestionar los riesgos…

Tröllaskagi es un terreno de juego ideal, palas perfectas y interminables, corredores y canales provocadores, pendientes para todos los gustos, vistas sorprendentes…..rodeado por un paisaje que despierta los sentidos, una luz que enamora, una cultura muy interesante y millares de imágenes y vivencias que han hecho de este viaje una gran experiencia.

El último día no podía faltar una buena cena en Reykjavik, una inmersión en su animada vida nocturna y visitas al famoso Guéisyr y a la falla que separa Europa y América.

Muchas gracias al equipo de aventureros por vuestra actitud y alegría, y sobretodo a Núria de Photofloc por plasmar nuestra aventura con tu mirada única.

Situándonos y escogiendo los objectivos

Un perfecto valle glaciar

Aprendiendo de la nieve

Con vistas al fjordo

Objetivo a la vista

Gozando la nieve y las vistas

Dejando volar la imaginación

Núria Photofloc, los ojos de la aventura

real ski

La danza del cielo.